miércoles, 4 de enero de 2012

LA VANIDAD Y LA SOLEDAD

Quiso la Vanidad reunir a todos los sentimientos del mundo. La Sospecha pensó que quería manipular la reunión para sacar algún beneficio propio. La Confianza estaba dispuesta a dar una segunda oportunidad a la Vanidad y fue acompañada de su amiga la Esperanza que deseaba ardientemente que la Vanidad hiciera las paces con el grupo de amigos. A la Pereza no le apetecía nada ir a escuchar a la Vanidad, pensaba que iba a decir lo mismo de siempre y prefirió quedarse acostada en la cama pensado en cual era la mejor forma de no hacer nada, pero la Intriga fue a buscarla, la cogió de la mano y la llevó a la reunión. La Envidia, en cuanto se enteró que la Vanidad iba a convocar a todo el mundo , y que incluso iba a estar presente el Amor- con todo lo que había sufrido por ella-, pensó una estrategia para ser la protagonista, estaba convencida que era más importante que la Vanidad. La Humillación, quiso estar presente porque intuía que aquello iba a ser una desastre, una vez más, y sería un buen momento para reírse de la Vanidad. El Respeto fue a buscar a la Lealtad y juntos no quisieron perderse un acontecimiento que repercutía a miembros de su misma especie. Por último fue también la Soledad porque creyó que sería una buena ocasión para estar con alguien.
Llegó la hora concertada y el grupo se dispuso frente a la puerta de la casa de la Vanidad. Era una casa que estaba apartada porque nadie quiso vivir a su lado. Todos estaban ansiosos de saber qué era aquello tan importante que tenía que decirles. Por una esquina, se pudo ver a la Humildad que, sin avisar de su llegada, se quedó en la última fila de los presentes. Finalmente apareció, subió a una silla y se dispuso a hablar.
La Vanidad pidió a los presentes que le facilitaran la incorporación a la comunidad de casas en las que vivían todos. No quería vivir apartada. Necesitaba de los demás. Quería estar más atenta a las demás, quería enseñar las experiencias que había aprendido, quería prestar la ayuda a aquellos que la necesitaran, quería orientar a los que se sentían desubicados, quería organizar mejor la comunidad en la que vivían, ella quería liderar los cambios. Todos estaban ilusionados porque pensaban que, realmente, había cambiado, pero cual fue la sorpresa, cuando al finalizar la lista de buenos propósitos, dijo – Y os digo todo esto porque sin mi no lo podéis hacer, me necesitáis.
Los sentimientos empezaron a marcharse, sólo uno se quedó con la Vanidad. Fue la Soledad. La Vanidad pensó que al menos, alguien la escucharía y así, la Soledad, decidió quedarse para siempre con la Vanidad.
(Los vanidosos siempre acaban acompañados por la Soledad)
                                                                     Por Javier Bailén

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