sábado, 17 de marzo de 2012

Las personas

Hacía mucho que no se veían. La sonrisa salió de sus rostros con un aroma de felicidad que se percibía desde la distancia. Eran amigos desde hacía mucho tiempo. Sus familias tenías una relación muy estrecha y sólo las cuestiones laborales fueron las que consiguieron separar por 10 años a esos dos grandes amigos. ‘¡¡¡Que alegría!!! ¿Cómo estás?’ Se acercó rápidamente y se abrazaron con mucha pasión. ‘Hombre!! Qué fuerte!! ¡Cuánto tiempo!, Tenía muchas ganas de verte’ Pronto la conversación fue como siempre. Esas cosas que suelen pasar a las personas que tienen una cercanía especial. Da igual el tiempo que pase que la conversación fluye con mucha naturalidad.’ Pues sí, ahora estoy metido en cuestiones políticas. Sinceramente estoy dentro porque creo que es la mejor forma de cambiar las cosas. Desde fuera es fácil criticar, pero sólo se puede cambiar desde las propuestas internas’. ‘Yo no tengo la misma ideología que tu, pienso diferente, pero estoy de acuerdo en lo que dices. En cualquier caso me parece muy asqueroso lo que vivimos hoy en día en el mundillo político’. ‘No es todo así. La prensa muestra lo que le interesa mostrar. No te voy a negar la mayor, es cierto que hay mucha basura metida, pero también hay gente muy válida, gente con ideas, ilusión, proyectos, gente que mira por el bien de todos.’ ‘Si pero seguramente ese bien será más personal que social’.’ No te creas. Siempre apoye las palabras de un profesor que me dijo que todas las ideas no son respetables; respetables son las personas que las dicen pero no las ideas’. ‘Eso es duro ehh!’. ‘Creo que es muy real. No puedo respetar ideas que quieran matar a otros por una cuestión étnica. No puedo respetar las ideas de unos que desean explotar a las personas por creer que son inferiores. Ellos son personas y los respeto, pero no sus ideas.’ ‘Qué alegría me da escucharte. Hace mucho que no te veía. Sabía de ti porque te sigo por facebook, pero me alegra mucho escucharte.’ ‘ A mi también’. ‘Me tengo que ir pero sólo quiero decirte una cosa más. Si al final sigues en el mundillo político ten cuidado con el poder. En cuanto tengas un cargo márcate una fecha de caducidad porque sino entraras en corruptelas y tu no eres así.’ ‘Muchas gracias Juan por tu consejo. Lo guardaré como oro en paño. Yo creo mucho en la gente, sólo combato las ideas’.
Se volvieron a separar. Un buen sabor de boca se quedó en los dos amigos. Ambos desconocían que sus vidas iban a tardar mucho en volverse a juntar pero los dos se mantenían cerca en el recuerdo de aquel día que sus vidas se cruzaron y recordaron lo importante que es valorar y respetar a la persona, por el hecho de ser persona.

domingo, 26 de febrero de 2012

Un ángel


¡Id con precaución, aparentemente es un servicio fácil pero no sabemos lo que nos vamos a encontrar!. Bajo la consigna de la persona al cargo, subimos los tres pisos de un edificio viejo que presentaba los azotes de un tiempo que había olvidado a las gentes que vivían en él.
Llegamos a la casa y la puerta estaba entreabierta. Un hombre nos aguardaba. Su mirada estaba cansada. Parecía resignado a una vida que se convierte en un callejón sin salida. Su cabeza cedía al peso de una gravedad que le obligaba a permanecer en aquel sitio sin escapatoria. Vestía andrajos rotos, descoloridos y sucios. Nos indicó dónde teníamos que ir y emprendió un camino con un paso lento y mostrando una pequeña cojera.
La casa no estaba limpia, había restos de comida sobre las mesas. Prendas de vestir dejadas al azar de una voluntad caprichosa y un profundo olor a quemado que provenía de la cocina.’ ¡Huele a quemado caballero. ¿Tiene algo al fuego?!. No- dijo el hombre- Ha sido un descuido con las tostadas.’. Un compañero se acercó a comprobar que el gas estaba cerrado y no había peligro ninguno.
El hombre abrió la puerta y allí estaba ella. Tumbada en la cama, dejada a la mano de Dios. ‘ Buenos días señora, ya estamos aquí.’ Tratamos de disimular el impacto que nos causó ver a la mujer de dimensiones desorbitadas postrada en la cama, seguramente, desde hacía mucho tiempo. La cara de la mujer era el reflejo de un dolor permanente. Parecía que la soledad era la única compañera que estaba cerca de ella cuando las horas parecían años y los días siglos. Imaginé que su marido (o su acompañante) trataba de facilitarle la vida, pero cuando la voluntad declina el destino se vuelve la mejor excusa para no hacer nada por nadie. Un sentimiento de pena sobrevoló nuestras cabezas. Miré a mis compañeros y, desde el silencio, sabía que todos estábamos compungidos por la situación. Pensé ‘Cómo hay gente que puede vivir así’
 Nos pusimos manos a la obra con el mayor de los cuidados, pero la dificultad era considerable. Fue entonces cuando vino la sorpresa. Por el umbral de la puerta apareció ella. Una pequeña de unos 10 años, sonriente. Estaba hecha un harapo pero la belleza de su cara y la simpatía que transmitía parecía no cuadrar en un contexto tan oscuro y abandonado. El color verde de sus prendas era el único foco de esperanza que alumbraba en ese hogar. Nos miraba con agradecimiento, felicidad. Parecía animarnos con todas las fuerzas, pero sólo esbozaba una sonrisa que nos ponía los pelos como escarpias. Era el rostro de un ángel que nos ayudó a entender que los peores agujeros conquistados por la desidia, tienen focos de luz y esperanza para revertir la situación.
Nos acompañó en toda la intervención. Nos animaba desde el silencio. No dijo una palabra, pero su sola presencia, lo dijo todo. Finalmente pudimos sacar a la mujer de la casa, y emprender la bajada por las escaleras y allí estaba ella. Levantando la mano y diciéndonos adiós. Regalándonos una sonrisa que jamás olvidaremos.
En el camino de vuelta, parecíamos afectados por la situación. Los ojos de mis compañeros miraban al pasado pensado en aquel ángel que vivía en un contexto tan difícil. ‘¿Os habéis fijado en la niña?, ¿Visteis su rostro, su sonrisa?- comentó el jefe- He tenido que hacerlo, he tenido que mentir y lo he hecho por aquella niña. No les cobrarán la intervención. Es que….¡parecía un ángel!’
Y con esas palabras nos fuimos, palabras que giran sobre nuestros corazones y que siguen impactando el recuerdo de una niña que sólo entregó su sonrisa al mundo.

jueves, 23 de febrero de 2012

Lo voy a conseguir

‘Lo voy a conseguir’ Estas fueron las últimas palabras antes de salir por la puerta. Me quedé pensando en que la vida no se presenta de igual forma para todos. Que unos tienen que luchar más que otros. Que unos tienen que vivir cosas que otros no lo harán jamás. Que unos necesitan hacerse fuerte a base de un coraje personal que se aprende cada día, en cada batalla. El concepto de igualdad y justicia parece que se quedan en ese mundo extraño de las ideas que una vez mentó Platón. Pero él era valiente. Había sabido asumir las responsabilidades que no le correspondían a su edad. Había sabido nutrirse de coraje y sacar adelante los propósitos que se iba proponiendo. Esta vez era un poco diferente. Había salido de casa por fuertes discrepancias con su padre y ahora sobrevivía en un piso compartido donde cada rincón de la casa estaba más cotizado que los euros que caben en un bolsillo. Necesitaba trabajar para vivir, necesitaba tiempo para cuidar a su abuela que no aceptaba la soledad pero apenas se podía mover, pero algo dentro de mi me provocaba una tremenda satisfacción. Fue la firme convicción que tenía de que las circunstancias, por duras que sean nunca iban a eclipsar su voluntad. ‘Lo voy a conseguir’. Una gran lección de aquel que sabe que para conseguir algo sólo hay que proponérselo. ‘Lo voy a conseguir’.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Ni todos son tan buenos ni todos son tan malos

‘¡Vinieron como animales y tuve que correr como una perra para que no me golpearan!’. Así me dijo que fue su despedida de la manifestación. Estaba convencida de sus ideales en pro de unos derechos que les corresponden a todos los menores pero no llegaba a entender que unos infiltrados aprovecharan su plataforma mediática para reventar sus reivindicaciones y sacar provecho personal, o por lo menos joder a los que mandan. Mientras hablaba sobre lo vivido en primera persona recordaba la cantidad de veces que la he escuchado en el aula tratando de justificar un sistema social en el que la gente pueda vivir con la suficiente libertad sin que otros se la pisoteen, y para ello necesitaban las normas, las reglas. Ese equilibrio necesario se expresaba en la indignación de haber tenido que correr ‘como una perra’ como ella dijo, cuando lo que estaba haciendo era luchar por una sociedad mejor, una sociedad en la todos pudiéramos disfrutar de nuestros deseos pero teniendo en cuenta las personas de nuestro alrededor. ‘Ahora ya no sé lo que hacer’, decía. ’Quiero seguir luchando y reivindicando lo que creo que es justo pero siento que se van a aprovechar de lo que hago. Tengo dudas’. Muchas cosas pasan por la cabeza de aquella que lucha por bajar a la Tierra unos ideales que considera que ayudaran a restablecer las relaciones sociales y conquistar derechos, pero que percibe que unos cuentos sacarán provecho del rebufo de su acción para chillar contra los que les salga de los cojones. ‘En parte entiendo a los policías, unos locos les abrieron la cabeza con botellas y tijeras’. La indignación y la incertidumbre sobre cómo se llevan a cabo las manifestaciones manipuladas son dos brazos de un cuerpo social que vivimos. Ni todos son tan buenos, ni todos son tan malos.

sábado, 11 de febrero de 2012

Carta de la AMISTAD a la EXIGENCIA

Carta de la AMISTAD a la EXIGENCIA
Querida EXIGENCIA;
He recibido tu solicitud para entrar a formar parte del equipo de trabajo que dirijo pero siento decirte no entras dentro del marco que supone mi estilo de trabajo. Desde hace mucho tiempo he tratado de seleccionar aquellos perfiles que más se adecuen a mi manera de ser. Tengo la inmensa responsabilidad de cuidar corazones cargados de sentimientos sinceros, entregados por personas de una manera voluntaria y eso supone un modo de proceder muy exquisito. Entiendo que pensaras que tu perfil podía caber en nuestro equipo, ya que aquellas personas que nos quieren disfrutar deben cuidarse las unas a las otras, pero desde luego no con una perspectiva cercana a tu perfil. Quiero, que cuando la gente diga en voz alta ‘AMISTAD’ no esté pensando en la EXIGENCIA que supone mantener esa relación. Nosotros somos un vínculo afectivo que requiere muchas cosas, pero NO EXIGENCIA. Soy consciente que te llevas muy bien con un miembro de mi equipo, EL COMPROMISO, pero hablando con él, me di cuenta que vuestra labor no es exactamente la misma. COMPROMISO me dijo que trabajaba muy a gusto conmigo porque no le marco plazos, no le pongo fecha de caducidad. Los humanos que nos solicitan, se regalan sus vidas los unos a los otros. Por eso le pedí a la LIBERTAD que viniera conmigo para ayudar a los demás. LIBERTAD se entiende muy bien con COMPROMISO, pero también con SINCERIDAD. Son un equipo de trabajo increíble y casi nunca se enfadan entre ellos. Imagino que será porque tenemos con nosotros a la mejor negociadora para los conflictos, la CONFIANZA.
Como puedes ver EXIGENCIA, nosotros formamos parte de un grupo de trabajo que quiere hacer felices a los demás. Tu forma de ser es perfecta para otros menesteres pero no para nuestro equipo de trabajo, la AMISTAD no necesita EXIGENCIA.
La LIBERTAD, el COMPROMISO, la SINCERIDAD y la CONFIANZA, te dan las gracias por acordarte de nosotros y te desean lo mejor.

miércoles, 4 de enero de 2012

EL TIEMPO Y EL AMOR

Quiso el Tiempo estar en el mundo desde el principio. Deseaba controlar a los hombres, dominarlos por completo. Buscó a los más fríos, distantes y engreídos. Les hizo saber que es mejor medir las horas para dominar a los demás. Fueron los fuertes patriarcas de las comunidades, los que pensaron que el Sol sería una buena medida de domino y obligó a los débiles a someterse a sus designios desde que saliera el Sol hasta que quisiera ocultarse por el Horizonte. Como la ambición es el alimento de los poderosos, pensaron que la noche también sería buena para conseguir sacar provecho del trabajo ajeno. El Tiempo se vanagloriaba de lo que había conseguido.
Ya estaba presente casi todas las horas del día. Los hombres inventaron el reloj de agua, la clepsidra, para poder regular en espacios periódicos el esfuerzo de los demás. Luego el reloj de arena, las velas, las campanas hasta que finalmente se construyó el deseado reloj que marcaba todas las horas del día. El Tiempo dominó la pereza, porque le obligaba a que actuara, dominó al odio, porque la gente, con gran ira, maldecía a aquel que le marcaba un ritmo diario pero se sometía con resignación, dominó el estrés y lo sometió a sus ordenes como fiel soldado, dominó a los fuertes porque todos estaban encarrilados en sendas de trabajo marcadas por un ritmo constante y hasta dominó las costumbres naturales, porque el desayuno, la comida y la cena, se arrodillaron a la voluntad de un tiempo que se impuso al instinto natural. Todo parecía que estaba bajo el poder del Tiempo, nada se libraba de sus garras. Incluso, cuando alguien parecía protestar del trabajo que ejercía, el tiempo, reducía su marcha y el trabajo se hacía más pesado, parecía que no avanzaba; por el contrario, cuando alguien disfrutaba, el Tiempo se enfurecía de tal forma que pasaba rápido para que la experiencia durara poco. Pero hubo un sentimiento que quiso abrir una guerra contra el Tiempo, el Amor. No estaba dispuesto a someterse de forma indigna a su voluntad. Cuando las personas se dejaban impregnar por la dulzura del amor, el Tiempo parecía que adquiría otra melodía. Era un ritmo ligero, paciente, mutuo. El Tiempo se enfurecía y trataba de influir en uno de los enamorados para exigirle al otro rigor, disciplina. Pero el Amor no dejaba entrar ese escuadrón del Tiempo que viene liderado por el odio, por el estrés. El Amor lo aguantaba todo, lo defendía todo. En el Amor, el Tiempo pasaba al ritmo que los enamorados imponían, no tenían dueño. El Tiempo, muy enfadado, trato de regular los momentos de caricias, de entregas, de pasiones. Durante mucho tiempo las condenas más duras y las ordenes más estrictas trataron de exigir un orden en el Amor, pero nada se pudo hacer. Resignado y desde entonces, el Amor queda fuera de los márgenes del Tiempo, el ritmo lo marca la melodía del enamorado.
                                                                                                     Por Javier Bailén

LA VANIDAD Y LA SOLEDAD

Quiso la Vanidad reunir a todos los sentimientos del mundo. La Sospecha pensó que quería manipular la reunión para sacar algún beneficio propio. La Confianza estaba dispuesta a dar una segunda oportunidad a la Vanidad y fue acompañada de su amiga la Esperanza que deseaba ardientemente que la Vanidad hiciera las paces con el grupo de amigos. A la Pereza no le apetecía nada ir a escuchar a la Vanidad, pensaba que iba a decir lo mismo de siempre y prefirió quedarse acostada en la cama pensado en cual era la mejor forma de no hacer nada, pero la Intriga fue a buscarla, la cogió de la mano y la llevó a la reunión. La Envidia, en cuanto se enteró que la Vanidad iba a convocar a todo el mundo , y que incluso iba a estar presente el Amor- con todo lo que había sufrido por ella-, pensó una estrategia para ser la protagonista, estaba convencida que era más importante que la Vanidad. La Humillación, quiso estar presente porque intuía que aquello iba a ser una desastre, una vez más, y sería un buen momento para reírse de la Vanidad. El Respeto fue a buscar a la Lealtad y juntos no quisieron perderse un acontecimiento que repercutía a miembros de su misma especie. Por último fue también la Soledad porque creyó que sería una buena ocasión para estar con alguien.
Llegó la hora concertada y el grupo se dispuso frente a la puerta de la casa de la Vanidad. Era una casa que estaba apartada porque nadie quiso vivir a su lado. Todos estaban ansiosos de saber qué era aquello tan importante que tenía que decirles. Por una esquina, se pudo ver a la Humildad que, sin avisar de su llegada, se quedó en la última fila de los presentes. Finalmente apareció, subió a una silla y se dispuso a hablar.
La Vanidad pidió a los presentes que le facilitaran la incorporación a la comunidad de casas en las que vivían todos. No quería vivir apartada. Necesitaba de los demás. Quería estar más atenta a las demás, quería enseñar las experiencias que había aprendido, quería prestar la ayuda a aquellos que la necesitaran, quería orientar a los que se sentían desubicados, quería organizar mejor la comunidad en la que vivían, ella quería liderar los cambios. Todos estaban ilusionados porque pensaban que, realmente, había cambiado, pero cual fue la sorpresa, cuando al finalizar la lista de buenos propósitos, dijo – Y os digo todo esto porque sin mi no lo podéis hacer, me necesitáis.
Los sentimientos empezaron a marcharse, sólo uno se quedó con la Vanidad. Fue la Soledad. La Vanidad pensó que al menos, alguien la escucharía y así, la Soledad, decidió quedarse para siempre con la Vanidad.
(Los vanidosos siempre acaban acompañados por la Soledad)
                                                                     Por Javier Bailén